Era muy temprano. El sol todavía no había salido, pero no reinaba la oscuridad. Era la hora perfecta para pescar.
Tenshi caminó hacia el puerto contento. Por fin había terminado de construirse una caña. Ahora podía comer pescado cuando quisiera y sin meterse en ningún lío.
Cuando llegó a un muelle de madera, lanzó el sedal. Pero se enganchó en una roca del fondo.
Tenshi tiró, pero la caña se partió y cayó al agua por impulso. Lanzó un maullido, al sentir el agua fría e intentó subir al muelle deseperado. No le gustaba el agua.